Por Sergio Zamora
Cuando Colón llegó a América en 1492,
el idioma español ya se encontraba consolidado en la Península, puesto
que durante los siglosXIV y XV se produjeron hechos históricos e
idiomáticos que contribuyeron a que el dialecto castellano fraguara de
manera más sólida y rápida que los otros dialectos románicos que se
hablaban en España, como el aragonés o el leonés, además de la
normalización ortográfica y de la aparición de la Gramática de Nebrija;
pero en este nuevo mundo se inició otro proceso, el del afianzamiento de
esta lengua, llamado hispanización.
La América prehispánica se presentaba como un conglomerado de pueblos y
lenguas diferentes que se articuló políticamente como parte del imperio
español y bajo el alero de una lengua común.
La diversidad idiomática americana era tal, que algunos autores estiman
que este continente es el más fragmentado lingüísticamente, con
alrededor de 123 familias de lenguas, muchas de las cuales poseen, a su
vez, decenas o incluso cientos de lenguas y dialectos. Sin embargo,
algunas de las lenguas indígenas importantes -por su número de hablantes
o por su aporte al español- son el náhuatl, el taíno, el maya, el
quechua, el aimara, el guaraní y el mapuche, por citar algunas.
El español llegó al continente americano a través de los sucesivos
viajes de Colón y, luego, con las oleadas de colonizadores que buscaban
en América nuevas oportunidades. En su intento por comunicarse con los
indígenas, recurrieron al uso de gestos y luego a intérpretes europeos o
a indígenas cautivos para tal efecto, que permitiesen la
intercomprensión de culturas tan disímiles entre sí.
Además, en varios casos, los conquistadores y misioneros fomentaron el
uso de las llamadas lenguas generales, es decir, lenguas que, por su
alto número de hablantes y por su aceptación como forma común de
comunicación, eran utilizadas por diferentes pueblos, por ejemplo, para
el comercio, como sucedió con el náhuatl en México o el quechua en Perú.
La influencia de la Iglesia fue muy importante en este proceso, puesto
que realizó, especialmente a través de los franciscanos y jesuitas, una
intensa labor de evangelización y educación de niños y jóvenes de
distintos pueblos mediante la construcción de escuelas y de iglesias en
todo el continente.
Sin embargo, aquellos primeros esfuerzos resultaron insuficientes, y la
hispanización de América comenzó a desarrollarse sólo a través de la
convivencia entre españoles e indios, la catequesis y -sobre todo- el
mestizaje.
Pero no sólo la población indígena era heterogénea, sino que también lo
era la hispana que llegó a colonizar el territorio americano, pues
provenía de las distintas regiones de España, aunque especialmente de
Andalucía.
Esta mayor proporción de andaluces, que se asentó sobre todo en la zona
caribeña y antillana en los primeros años de la conquista, habría
otorgado características especiales al español americano: el llamado
andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto
fonético. Este periodo, que los autores sitúan entre 1492 y 1519, ha
sido llamado -justamente- periodo antillano, y es en él donde se habrían
enraizado las características que luego serían atribuidas a todo
español americano.
En el plano fónico, por ejemplo, pérdida de la d entre vocales (aburrío
por aburrido) y final de palabra (usté por usted, y virtú por virtud),
confusión entre l y r (mardito por maldito) o aspiración de la s final
de sílaba (pahtoh por pastos) o la pronunciación de x, y, g, j, antiguas
como h, especialmente en las Antillas, América Central, Colombia,
Venezuela, Panamá o Nuevo México, hasta Ecuador y la costa norte de
Perú.
Por otra parte, los grupos de inmigrantes de toda España se reunían en
Sevilla para su travesía y, de camino hacia el nuevo continente, aún
quedaba el paso por las islas Canarias, lo que hace suponer que las
personas comenzaron a utilizar ciertos rasgos lingüísticos que, hasta
hoy, son compartidos por estas regiones, lo cual se ha dado en llamar
español atlántico, cuya capital lingüística sería Sevilla -opuesto al
español castizo o castellano- con capital lingüística en Madrid, y que
englobaría el andaluz occidental, el canario y el español americano,
aunque otros investigadores sostienen que sólo abarcaría, en América,
las zonas costeras.
Si consideras que esta información es insuficiente o estás interesado en
conocer más de la historia del idioma español, por favor enviame un
correo y con gusto ampliaré el tema.
Éste y otros textos de Sergio Zamora pueden hallarse
en la página La lengua Española
No hay comentarios:
Publicar un comentario